Antes de enseñar una estrategia a un estudiante, y mucho más antes de implementar un programa completo de estrategias, es preciso averiguar el estado de conocimiento y de práctica de las estrategias de ese estudiante. Es obvio que esto no es más que un diagnóstico del equipamiento estratégico de una persona en relación con el aprendizaje.
Una de las formas más simples y sencilla de averiguar el grado de conocimiento y dominio de las estrategias de un sujeto es observar cómo enfoca sus tareas escolares. Esta observación se puede realizar en el aula, mientras el estudiante hace sus tareas, o después de haberlas terminado, comprobando los mecanismos mentales implicados en cada una de las tareas realizadas. Los resultados de la observación se puede contrastar e incluso complementar con una entrevista personal con el estudiante (estructurada o semiestructurada) o también con un protocolo o informe verbal del estudiante en el que éste explica lo que hace mientras lo está haciendo.
La enseñanza de las estrategias para la adquisición de conocimientos debe atenerse a una serie de principios que garantizan el buen resultado de las mismas.
1. Principio de funcionalidad. Las estrategias de aprendizaje no son un lujo, estas cumplen múltiples funciones, todas ellas tendentes a mejorar la calidad del aprendizaje; favorecen el aprendizaje significativo, señalan el papel mediador de los profesores, facilitan el aprender a aprender, promueven la transferencia de conocimientos, entre otros.
2. Principio de utilidad. Las estrategias que se enseñen a los estudiantes deben ser aquellas que sean verdaderamente útiles para los objetivos educativos propuestos y para los sujetos a los que estas estrategias van dirigidas.
3. Principio de transferencia. Las estrategias no tienen sentido si se tienen que aprender una y otra vez. Las estrategias, una vez aprendidas, deben ser dominadas y practicadas para que los estudiantes puedan transferirlas de una a otras materias, y de unas a otras áreas.
4. Principio de autoeficacia. La enseñanza de las estrategias debe estar orientada al suministro de recursos mentales valiosos, con los cuales puedan los estudiantes mejorar progresivamente los resultados de las tareas académicas.
5. Principio de enseñanza directa. Para que las estrategias sean comprendidas y transferidas a otras tareas distintas de las iniciales, deben utilizarse, entre otros, el método de enseñanza directa de las mismas, ya que la enseñanza directa permite señalar con precisión cuándo, dónde y cómo debe aplicarse cada estrategia.
6. Principio de internalización. Después de haber aprendido la estrategia, debe iniciarse el proceso de internalización por el cual el estudiante incorpora y asimila las estrategias enseñadas, al tiempo que toma las riendas del aprendizaje, iniciando así el estadio de autocontrol y la retirada progresiva de la ayuda asistencial del profesor o de otro adulto.
7. Principio de diversificación. Para que la enseñanza de las estrategias sea eficiente dentro de un programa educativo, deben ofrecerse a los estudiantes diversos paquetes de estrategias que afecten a los procesos centrales del aprendizaje. Hay muchas más posibilidades de éxito, si la oferta estratégica es diversificada y adecuada a las necesidades de los estudiantes.
8. Principio de integración metodológica. La enseñanza directa debe complementarse con el modelado, la enseñanza recíproca, la práctica grupal guiada, la práctica independiente, entre otros. Esto quiere decir que el método ideal debe ser un método integrado en el que se hagan presente aquellas técnicas educativas que han demostrado eficacia a lo largo de muchas experiencias ya realizadas.
TEMA 3. LA ELECCIÓN DE LAS ESTRATEGIAS DE APRENDIZAJE
Publicado por Elizabeth Guerrero en 9:45 p. m.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario